Actualmente el término de Gestor, Promotor y Mediador Cultural se emplea con mayor frecuencia al relacionarlo en el ámbito patrimonial, artístico, o tradicional. Sin embargo, un punto clave que interviene en todos estos aspectos es la sociedad, debido a que la cultura no solo se enlaza con las artes; por definición la palabra cultura se refiere a la complejidad en la que nos de senvolvemos como seres humanos en comunidad.
Toni Puig lo sintetiza como:
“La cultura no es lo artístico: la cultura es el sentido que le damos al pensar, al convivir, a la vida. Y a las artes, claro, con una intensidad de presencia de sentido especial (…) pero tomamos una pequeña parte por el todo; confundimos la cultura con la novedad del espectáculo”
Siguiendo esta línea; si la base de éste concepto es la sociedad, resulta fundamental conocer en qué mundo nos desarrollamos y convivimos, debido a que en nuestra actualidad nos encontramos permeados en redes globales que entrelazan la economía, política, el bienestar individual, la novedad televisiva y la difusión cultural que se lee en las portadas de periódicos o en redes sociales; el consumo en esencia.
Entonces, ¿Cómo labora y en qué espacios se desenvuelve el Gestor?
Nosotros tenemos una misión cultural organizativa; somos una huella en ésta red de desarrollo dónde contribuimos a partir de nuestras ideas: diseñamos, producimos, comunicamos, dialogamos, negociamos recursos y apoyamos a otros agentes culturales que cumplen otra labor en la misma sociedad, facilitándoles las estrategias que beneficien su trayecto. Por ende, el gestor es un mediador que rompe con el individualismo y labora desde el trabajo en equipo, entre la colectividad, en el apoyo mutuo que aspira al progreso socio-cultural.
Es cierto que trabajamos a partir de proyectos artísticos, en industrias del espectáculo como es el cine, el teatro, la danza, ferias, festivales, etc. También nos desenvolvemos en espacios independientes, en museos, galerías, estancias de cultura, organizaciones, o en la misma comunidad, etc. Sin embargo, a pesar de desarrollar ciertas habilidades de creación, no somos artistas, pero sí generamos experiencias cargadas de sentido, promovemos una ciudadanía activa, humanista, con la finalidad de generar conciencia y atacar problemáticas a través de nuestras aportaciones.
Un ejemplo de lo mencionado con anterioridad es un proyecto que se realizó en Ciudad Oculta, Buenos Aires, llamado PH15 que tuvo sus inicios en el 2000 con la finalidad de promover un espacio de integración, desarrollo de identidad y expresión artística en niños / jóvenes de bajos recursos y zonas marginales a través de la fotografía.
En este proyecto, se llevaron a cabo diversos procesos transformadores de gestión a cargo de Martín Rosenthal: gestor, director inicial del proyecto y fotógrafo. Donde a partir de una rama artística se conecta con las urgencias y retos del mundo, para dar solución a una problemática social.
La cultura y por ende la misma sociedad se encuentran en constante transformación, por ello es importante, como agentes culturales, repensar:
¿En qué estamos trabajando? ¿A quién o a qué le vamos a apostar? ¿De qué manera propiciamos un aprendizaje o beneficio?
Puesto que hay que afrontar los nuevos retos que se avecinan, avanzar no desde el consumo del espectáculo, ni caer en la réplica que genera un bucle constante, todo lo contrario: nuestra labor es propiciar una cultura de ideas, estrategias, de valor simbólico a través de la organización y negociación.
Referencias
Fotografías y vídeo:
- Toni Puig. Revista enfoque 2017. https://revistaenfoque.cl/toni-puig/
- Fundación PH15. ONG.
Fuentes de consulta:
- Bruno Maccari. Capitulo 5. Bueno Aires Argentina PH15 en Gestión cultural para el desarrollo: nociones, políticas y experiencias en America Latina. 2012. pp. 75-99.
- Toni Puig. Lo digo otra vez: Se acabó la diversión. En La Indigestión cultural: Una cartografía de los procesos culturales contemporáneos. 2008. Pp. 241-250.
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