Cuando era niña le pregunté a mi abuela si en nuestra familia había integrantes que hablaran alguna lengua indígena. Ella contestó que sus padres le habían contado que hace mucho, mucho tiempo, hubo parientes que aparte del español hablaban una lengua indígena. Desde ese entonces no había vuelto a tocar el tema, no obstante, en estos últimos días me percaté que la mayoría de mis familiares son originarios de Michoacán y tan solo en esa entidad las lenguas indígenas más habladas son el Tarasco (purépecha), Náhuatl, Mazahua y Mixteco. Si bien, hay presencia de esas lenguas indígenas y de otras más, solo el 3.4% de la población de 3 años y más habla una lengua indígena además del español (INEGI, 2020).
México tiene una composición pluricultural por los pueblos indígenas, denominados así por haberse conformado antes de la invasión que se desarrolló en sus territorios y a pesar de ello han mantenido una continuidad histórica con características que los distinguen de otros sectores de la sociedad (ONU, 2013). El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas indica la existencia de 11 familias lingüísticas repartidas en 68 lenguas quienes cuentan con 364 variantes (INALI, 2009). México ocupa el sexto lugar en los países que concentran la mayor cantidad de lenguas indígenas, desafortunadamente es también uno de los países con más lenguas en peligro de extinción (UNESCO, 2010).
En el mundo se han registrado 6700 lenguas, de estas más de 4000 son lenguas indígenas que están en peligro de desaparecer. Debido a ello, la Asamblea General de la ONU declaró el 2019 como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas y también ha declarado el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas 2022 -2032, con la finalidad de dar visibilidad al problema que representa la pérdida de las lenguas indígenas y la necesidad de conservarlas a nivel nacional e internacional (ONU, s.f.).
Las lenguas indígenas no solo sirven para que sus hablantes se comuniquen, también son sistemas de conocimiento amplio y complejo que se han desarrollado con el paso del tiempo. En esos sistemas de conocimiento incluimos a la poesía, oratoria, ceremonias, mitos, comportamiento y emociones (Valdez-Basaresa et al., 2016). Cada lengua explica el cómo sus hablantes perciben el entorno, es decir, su propio modo de describir el mundo.
Desde el 2007 se aprobó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, herramienta para la defensa de los derechos humanos de estos pueblos. En el artículo 13 de esta declaración se estableció que las comunidades indígenas tienen derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir su lengua a las siguientes generaciones, así como las tradiciones orales y sistema de escritura (ONU, 2008)
Algunos de los obstáculos a los que se han enfrentado los hablantes es la falta de transmisión generacional. Los hablantes no la enseñan a los más jóvenes o quienes saben la lengua no son competentes para enseñarla o no pueden por haber migrado a otros países, esto trae consigo la reducción del número de hablantes (INALI, 2000). Otro obstáculo es la escasez de los materiales escritos en lenguas indígenas para tener una educación que conlleve varios niveles educativos, ya que a partir del establecimiento de lenguas oficiales, se ha descuidado la enseñanza y preservación del patrimonio lingüístico. A esto se suma las actitudes negativas de los propios miembros de las comunidades hacia su propia lengua y la paulatina reducción de uso en diversos espacios públicos y privados ( Martínez y Valdés, 2015). Lo anterior es un reflejo de la discriminación estructural que recae en la población indígena en todos los ámbitos sociales (Hass, 2019).
En palabras de la lingüista y activista mixe Yásnaya Aguilar “Nuestras lenguas no mueren solas, a nuestras lenguas las matan” (como se citó en Redón, 2019). La discriminación estructural da la sensación de inutilidad de la lengua indígena y abre la puerta a la devaluación y al abandono. Las lenguas les dan identidad a las comunidades, es a través de ella que tienen la máxima capacidad de expresión y confianza (León-Portilla, 2019), cuando la comunidad pierde su lengua también pierde parte de su identidad debido a que se ve obligada a expresarse en una lengua nueva que a menudo presenta diferente gramática y palabras que no permiten a la comunidad expresarse plena e íntegramente (Woodbury, 2005 como se citó en Valdez-Basaresa et al., 2016).
Comunidades indígenas al parecer han aceptado tácitamente la desaparición de su lengua, abandonándola completamente y adoptado la lengua predominante. Mientras tanto, otras comunidades quieren revertir la tendencia de desaparición y luchan por fortalecerla Lo anterior es un paso bastante importante debido a que la primera condición para salvarla es que los propios hablantes deseen conservarla como signo de identidad (Siguan, s.f.).
En ese signo de identidad también se denota su filosofía. La filosofía indígena concibe la individualidad desarrollada a partir de la integración social. Aqui, la colectividad es la pieza clave que une al ser humano con sus congéneres, los ubica en estrecha relación con la naturaleza, misma que es respetada y valorada, comprendiendo que si se daña cualquier elemento de la naturaleza (sea vivo o inerte) significa entonces dañarse a sí mismo porque se forma parte de ella. La absoluta expresión de la individualidad se da solo si la colectividad está presente, despegarse de ella sería adentrarse en los terrenos de la deshumanización (Pastrana, s.f.)
Es justo esta filosofía la que ha permitido que muchas comunidades indígenas en su búsqueda por preservar su lengua se hayan acercado a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) por ser herramientas que permiten la colaboración, creación, almacenamiento y circulación de la información (Nava, 2019). Las TIC se conciben como un universo con dos caras, la primera son las Tecnologías de la Comunicación (TC) representadas por la radio, la televisión y la telefonía convencional, la segunda cara son las Tecnologías de la Información (TI) que engloba la digitalización de los contenidos (informática, telemática y de interfases) (PNUD, 2002).
Las TIC han incrementado la visibilidad de las lenguas indígenas no solo por medio de las tecnologías tradicionales de comunicación, sino también a través de las tecnologías de la información porque gracias a ellas se han desarrollado diversos materiales de audio, materiales audiovisuales, blogs, microblogs, museos virtuales, podcasts, libros electrónicos, aplicaciones y páginas web (INALI, 2016).
Con las TIC se permite una mayor interacción, comunicación y colaboración con quienes también son hablantes de una lengua indígena, fomentan grupos de interés que interactúan sincrónica y asincrónicamente con otros hablantes para compartir información. Les permite tener a su disposición más fuentes de conocimiento con la consulta de material en su lengua que ha sido digitalizado lo que se relaciona con una mayor permanencia de las lenguas en un producto digital (Lippenholtz, 2013).
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