Según la RAE, el arte es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Pese a que no hace referencia a un conocimiento extraordinario, sino al contrario, a la expresión de emociones o sentimientos a través de distintos medios, existe en la sociedad una cierta predisposición en cuanto a la aceptación del arte. Si recordamos lo que por lo general nos introduce al conocimiento de esta rama; nos encontramos con un material que nos habla de los inicios, evolución y un número de actores, fechas, expresiones y movimientos que muchos veces suelen ser pesados para un estudiante en educación básica.
En éste sentido, no todos se pueden sentir atraídos a una información que por lo general se sigue expresando de la misma manera; cuando la intención final debería ser, entender el arte como medio de expresión libre, auténtico y al alcance de cualquier ser humano pues este radica en ti. Sin embargo, esa predisposición por distintos factores trasciende y el arte se encaja en la sociedad como movimiento dirigido a un sector específico.
Pero esta visión no se dirige de la nada; al contrario, si analizamos el mercantilismo que envuelve el mundo del arte sobre todo cuando se enfoca en artistas plásticos de renombre, podemos entrever el escepticismo que puede haber en la sociedad. Si asimilamos el alto coste de algunas obras de arte, asumimos que el acceso a estas va a ser destinada a un sector de alto poder adquisitivo lo cual desinteresa su razón de ser.
Esta percepción tiene como consecuencia una imagen equivocada acerca del concepto general del arte dificultando la labor de artistas, gestores, exponentes y todo el mundo que lo rodea. Por consiguiente se debe trabajar en la difusión de las esencias del arte, exponerlo como un concepto natural que subyace del hombre que busca aflorar el sentir de los artistas a través de sus distintos matices.
Si partimos de la base expuesta en el libro por el escritor Andrés Piña, Sobre la comunicación del arte y el mito de un público ajeno encontramos una afirmación muy acertada: “(...) la percepción del consumo artístico por parte de un público expectante, no es la adecuada, pues es en cierta manera reconocer que cierta dicotomía se da, al menos en países como México y en general en América Latina, siempre desde una perspectiva económica y social. Las estructura políticas no han cimentado un acercamiento sólido entre el público y la obra de arte.”
Lo expuesto anteriormente confirma una percepción que sigue latente en muchos rincones, pero que afortunadamente puede cambiar con ayuda de diferentes actores que trabajan en pro de una visión más exhaustiva y cotidiana para la sociedad en general. En este sentido los gestores culturales, exponentes y comunicadores pueden trabajar de la mano por un mismo fin. Cada uno con cualidades, conocimientos y experiencias diferentes puede encontrar su punto de convergencia para beneficio de las masas.
Un punto a favor para todos, sin duda, son los avances tecnológicos y la gran influencia que tienen en la sociedad, tal es el caso de las redes sociales; estas no conocen de estratos sociales, económicos o distancias, al contrario, pueden agrupar personas con los mismos gustos, cualidades y ser una ventana para exponer ideas, proyectos y acciones. Aquí tienen un papel protagónico los comunicadores, pues estos suelen ser una ventana abierta al mundo con el conocimiento y los recursos necesarios que sirven de apoyo en una comunicación eficaz enfocada a un público objetivo y pueden arrojar los resultados esperados.
“La comunicación es un medio por el cual las realidades se encuentra, el mundo se mueve y las personas se acercan (...)” esta frase de Proyecto Nómada es un claro ejemplo de la importancia de la comunicación para la humanidad y por su puesto no deja de serlo para el arte. Así es como este ha evolucionado, igual que los medios de definición cuando mueven formas y estilos como es el caso del arte social.
Esta fusión del arte con los medios sociales es un fuerte aliado para contribuir en la difusión para dar a conocer artistas de cualquier parte del mundo; sin embargo el éxito con el uso de las nuevas tecnologías, no radica en tener una cuenta en los principales medios pues se trata de un gran escaparate que debe estar decorado con la misma delicadeza con la que se crea una obra de arte, acompañado de imágenes de calidad, textos persuasivos de interés general y sobre todo ceñido a sus objetivos.
Si bien es cierto, el comunicólogo como profesional con capacidades lingüísticas de redacción y palabra, puede contribuir en la creación de una marca pero no siempre estará especializado en marketing digital, es decir, un comunicador no es sinónimo de Social Media Mánager, pues este último es quien independientemente de su profesión puede diseñar un plan de acción y un estudio de la marca para establecer los pasos a seguir y marcar objetivos que perseguir como pueden ser económicos, de difusión o fortalecimiento de una marca.
En definitiva, el ingrediente principal para que las cosas salgan bien es el entusiasmo y las ganas de hacerlo. Si todos los que pueden accionar un movimiento artístico fusionan sus cualidades y utilizan los nuevos recursos, ayudarían a cambiar paradigmas y fortalecer su pensamiento de la sociedad en general. Que mejor manera que proponer el arte como protagonista pues que bonito sería el mundo si lo pintáramos de colores.
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Este texto es redactado por Natali Chourio | Comunicadora que realiza esta reflexión en torno a la publicación "Introducción al Estado de la Comunicación en el Arte; Reflexiones prácticas en castellano" Descarga libre | Aquí
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